Felipe Ciprián
El gobierno debe pensar seriamente en establecer una Ruta Nacional de Transporte para cumplir dos objetivos básicos: primero, dar servicio interurbano en forma exclusiva a estudiantes, militares y policías, quienes por una tarifa equivalente al 50% de la que cobran empresas y sindicatos en la actualidad, puedan movilizarse entre las principales ciudades del país y la capital.
Este servicio debe disponer de autobuses que saliendo de Santo Domingo y de las ciudades más extremas hacia la capital, hagan paradas breves a recoger y dejar estos pasajeros en todas las ciudades enlazadas por la red nacional de carreteras, lo que permitiría cumplir el segundo objetivo: romper las mafias del transporte que hoy impiden que vehículos que cruzan por una población tomen pasajeros en otra, haciendo prevalecer el derecho de cada persona a elegir en qué momento y vehículo de uso público se traslada de un lugar otro.
Inicialmente la ruta puede llevar protección militar o policial, porque es casi seguro que los señores que han impuesto sus reglas en el control de los pasajeros interurbanos van a tratar de obstaculizar una iniciativa de este tipo para preservar privilegios irritantes y perjudiciales para los ciudadanos.
De adoptar una decisión de este tipo, el gobierno haría un aporte extraordinario a favor de la juventud dominicana que hoy penosamente trata de hacer una carrera universitaria o técnica por la que tiene que pagar más en transporte que en libros, y además tiene que emplear tanto tiempo tratando de llegar al centro docente como el que dedica a recibir docencia.
Un tanto igual sucede con los militares y policías. Es penoso ver la hilera de este personal que se coloca a la salida de la capital hacia todas las ciudades del país, y además en los pueblos, para gestionar “una bola” con todos los conductores privados que pasan. Casi a diario estudiantes y militares, en su inmensa mayoría jovencitos de ambos sexos, salen de madrugada a luchar por trasladarse a cumplir sus obligaciones, pero al no disponer de la totalidad del pasaje que cobran los transportistas, tienen que recurrir al hoy peligroso método de “pedir bolas”.
Con el establecimiento de la Ruta Nacional de Transporte, el gobierno haría, con escasa inversión, un servicio social muy apreciable: estimula a la juventud a estudiar y dignifica un poco al policía y al militar.
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