Felipe Ciprián
Hay una tendencia a considerar que la Internet y la televisión constituyen dos dagas en la comunicación social que lesionarán de muerte al diarismo escrito. Quienes sostienen que esa es la perspectiva a la vista estiman que la televisión y el Internet se adueñarán de la atención de la gente que busca información y captarán la mayor porción de publicidad.
No creo que esas apreciaciones se correspondan con la realidad. Todos los medios tienen sus puntos fuertes, pero también los débiles, de manera que en determinado momento uno puede ser ideal para dar cobertura a un evento noticioso, mientras que los demás los complementan, porque para todos hay espacio.
La prensa escrita aún conserva la parte fundamental de la comunicación argumentada, del debate masivo de los grandes temas nacionales e internacionales, de la formación de la “opinión pública”. La televisión es el medio por excelencia para las transmisiones en vivo y los grandes reportajes de actualidad e históricos, pero su verdadero fuerte es el entretenimiento. No es lo mismo seguir un partido de béisbol en vivo por TV que leer un resumen, entrada por entrada, en un periódico o la Internet.
La radio, que durante décadas fue el rey en las transmisiones deportivas, fue desplazada por la televisión. No obstante, sigue siendo el medio más seguro para dar seguimiento masivo a catástrofes naturales como terremotos y huracanes, porque amplias zonas pueden quedar aisladas y este instrumento de ondas eléctricas permite llevar orientación más fácil. Prensa escrita e Internet están logrando gran complementariedad informativa y documental.
Ambas plataformas recurren a sus bases de datos e información para completar su trabajo y presentarlo a los lectores. En información de interés internacional la Internet está supliendo a toda velocidad las noticias que publican los periódicos y las agencias de prensa, porque los medios en la web aún no cuentan con el personal de campo suficiente para cubrir toda la información de interés público.
Si todos los periódicos del mundo dejaran de salir durante cuatro días, los medios en la Internet muy probablemente quedarían muy escasos de noticias, mientras que la mayoría de los programas de panel, de comentarios y actualidad de la televisión quedarían sin agenda porque les faltaría la madre que los nutre en gran proporción: la prensa escrita.
En cambio, si los medios en Internet dejaran de funcionar por 30 días y la televisión por 60, los periódicos impresos seguirían llegando al amanecer a las casas de los suscriptores y a los puestos de venta al pregón con la mayoría de la información nacional e internacional. El impreso diario sigue siendo por mucho, el buque insignia de la comunicación social.
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