sábado, 12 de julio de 2008

Especulación con petróleo


Felipe Ciprián


El presidente Leonel Fernández viene diciendo en las últimas semanas que la especulación en los mercados financieros es lo que explica las alzas incontenibles en los precios del petróleo, y que sin la solidaridad del gobierno venezolano a través de Petrocaribe, República Dominicana no soportaría la factura petrolera.
Parece que el gobernante tiene razón en los dos aspectos.
Un informe sobre el Papel del Mercado Especulativo en los precios del petróleo y gas, preparado por el Subcomité Permanente de Investigaciones del Senado de Estados Unidos, publicado en junio de 2006, concluyó que “hay pruebas sustanciales que apoyan la conclusión de que la gran cantidad de especulación en el mercado ha aumentado considerablemente los precios” de los hidrocarburos.
Un artículo del economista F. William Engdahl, publicado en varios medios el fin de semana pasado, indica que las fisuras para la especulación se abrieron en el propio Estados Unidos, el mayor consumidor mundial de petróleo, cuando su ente regulador en el ramo de futuros financieros -la Comisión de Comercio de Futuros en Materias Primas (CFTC)-lejos de cumplir con el mandato del Congreso para que los precios reflejaran la oferta y la demanda, lo que hizo fue primero permitir al Intercontinental Exchange (ICE) de Londres negociar materias primas energéticas europeas -sin control interno- en Nueva York, y luego darle luz verde para negociar contratos futuros con el petróleo de West Texas Intermediate (WTI) que se entrega en Estados Unidos.
El resultado ha sido que de 2006 a 2008 los precios del barril de petróleo más que se duplicaron, atribuyéndose más de la mitad de su valor final a la especulación financiera. En ese juego, en el que grupos financieros tratan de recuperarse de la quiebra provocada por la crisis inmobiliaria en Estados Unidos, esta especulación será mayor aunque los países productores de petróleo incrementen la producción, porque la demanda no podrá detenerse.
En ese entorno internacional, lo que no acabamos de entender es por qué en el país se mantiene un impuesto combinado a los combustibles para situar su precio final por encima de los seis dólares el galón. Se repetirá desde el gobierno que esos impuestos se utilizan para pagar el servicio de la deuda externa. Cuando esos impuestos se concibieron con ese propósito los precios del petróleo eran infinitamente menores, por lo que si bien era algo terrible gravar los combustibles que mueven toda la maquinaria productiva y los servicios, en ese momento la economía dominicana lo soportaba.
Ahora obviamente no lo soporta como bien ha dicho el propio presidente Fernández. Por tanto, habrá que gravar a otro sector para el pago de la deuda, porque si se sigue cargando al consumidor final con ese peso muerto, las consecuencias serán graves en el plano económico, social y político para República Dominicana.
Cualquiera se anima a pensar que el único camino que le queda al país es provocar una explosión productiva para el mercado interno y la exportación, para hacer comercio sobre la base de materias primas y productos industrializados de origen nacional, generadores de empleos donde la miseria es mayor, y no pensar en robustecer un mercado local donde la mayoría de lo que se vende viene del exterior y también el dinero para comprarlo llega -fundamentalmente- por remesas y turismo.

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