domingo, 5 de octubre de 2008

Apoyo al otro Baní, no todos son narcotraficantes y corruptos



Desde la masacre de siete extranjeros en Ojo de Agua, Baní, el pasado 4 de agosto, una especie de sambenito se ha querido colgar sobre esa bella, limpia y acogedora ciudad, donde lo mejor es su gente.
El narcotráfico ha penetrado en ese territorio de dos maneras: por las costas y por la influencia entre una parte de la amplia colonia de banilejos en Estados Unidos, donde cosechó “amistades”, comenzó a lavar dinero y cada cierto tiempo regresa a su pueblo natal a exhibir riquezas, a comprar propiedades y a reproducir espacios para expandir sus negocios y los vicios. Con ellos vienen los verdaderos dueños del negocio y los repatriados que han cumplido condenas en cárceles norteamericanas por ese tipo de crimen.
Actualmente hay dos Baní: uno integrado por gente honesta en su vida pública y privada, laboriosa, cooperadora y generosa; otro Baní, donde viven hijos deshonestos que tienen una ventanilla siniestra para pervertir a la juventud, llevarla a la violencia, corromper a las instituciones, socavar la moral y desprestigiar a su pueblo.
Los banilejos honestos han perdido los espacios públicos y hasta el derecho de acudir a los templos religiosos en horas de la noche, porque nadie sabe en qué lugar o a qué hora, grupos vinculados al narcotráfico van a ajustar cuentas entre sí a balazos, sin importar que personas inocentes caigan por efecto de sus acciones.
Lo peor de todo esto es que la autoridad ha sido ineficaz y hasta cómplice del narcotráfico.
El Baní fundado en la tradición de la dedicación al trabajo, del esmero en el comercio y de la cooperación, no puede dejarse vencer por grupos marginales, que aunque provistos de mucho poder corrosivo (dinero) y de violencia (armas y saña para usarlas), no son portadores de ninguna idea para organizar a la sociedad. Ese tipo de voluntad de aterrorizar y corromper solo se puede imponer por un tiempo.
En el mediano plazo tiene que haber una reacción de lo mejor de la sociedad para detener esta barbarie y abrir nuevas esperanzas a la juventud honesta para que estudie, defienda los valores y limpie el buen nombre de Baní.

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