viernes, 17 de octubre de 2008

Acosados por la verdad


Felipe Ciprián


Cuando un periódico abre sus páginas a la verdad y no teme publicar diariamente las informaciones de verdadero interés público, levanta dos tipos de comentarios: el primero es de respaldo masivo de los lectores más honestos, de los funcionarios que se respetan y de los empresarios que valoran la importancia de un clima de apego a las reglas de juego y al estado de derecho.
El segundo tipo de comentarios -más que comentarios, una campaña- son los promovidos por las personas que prefieren ver todos los días titulares que apuntalen sus “intereses”, si así se puede llamar a las acciones irresponsables, a las faltas al deber o descaradamente la corrupción.
Los primeros mandan mensajes de aliento, dan pistas para encontrar noticias de interés o llaman cuando está sucediendo un hecho que merece publicarse. Es una especie de identificación con el medio que consideran merece seguir haciendo su trabajo con eficiencia.
Los segundos, conocedores de que su “modus vivendi” puede cambiar si sus acciones trascienden y se crea un estado de opinión pública crítico, recurren a tratar de meter miedo utilizando todo tipo de recursos. Están, obviamente, acosados por la verdad.
Lo usual es que traten de sobornar a periodistas y ejecutivos, pero cuando esa práctica corrupta falla -porque no todas las personas son talladas con el mismo cincel ni forjadas en la misma disciplina- entonces recurren a la calumnia y a buscar la forma de “demostrar” ante los dueños del medio que precisamente la gente que no se vende a ellos, no le conviene al periódico.
Publicar la verdad sólo debe molestar a los mentirosos, sobre todo si esa verdad es de interés público y no representa un peligro para la soberanía del país o se constituye en un estímulo para afectar a grupos vulnerables por su condición de raza, procedencia o su fe.
Dejar de decir la verdad para repetir como papagayos la propaganda destinada a ocultarla, no puede considerarse una práctica admisible de un periodista que respete a los lectores y defienda su moral.
El día que toda la prensa dominicana coloque la verdad por encima de cualquier otra consideración a la hora de publicar sus informaciones, estaremos entrando a un nuevo país y la impunidad -que parece que es el verdadero problema nacional- perderá un espacio formidable para bien de las futuras generaciones.

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