Felipe Ciprián
Aprovechando las últimas vacaciones tuve la oportunidad de salir a caminar montaña arriba entre San José de Ocoa y Azua, concretamente por un lugar conocido como “El Barraco”.
El profesor Pipilo fue mi compañero de viaje en un correteo desde temprano en la mañana hasta el atardecer. Cuando llegamos lo suficientemente lejos como para no topar con personas rastreando animales, picando leña o árboles verdes para quemar carbón, nos encontramos con una realidad totalmente diferente a la que dejábamos atrás próximo a los lugares habitados: en las cañadas nos tropezábamos en cada recodo con decenas de cangrejos de río de gran tamaño que ante nuestra llegada huían a sus madrigueras. Por igual, cuando avanzábamos en silencio avistábamos aves saltando de árbol en árbol, desde guineas cimarronas hasta pequeños pájaros de bellos plumajes que eran desconocidos para nosotros.
Para mí era la primera vez que entraba tan lejos por la loma opuesta a Los Cascajales de Sánchez, pero a finales de los años setenta y comienzos de los ochenta, Pipilo y sus hermanos iban con frecuencia a “El Barraco” a cultivar tierras de sus familiares y a pastorear chivos. Para él, que conocía tan bien aquellas lomas, tantas jaibas y esa variedad de aves eran una sorpresa. Yo, simplemente, estaba maravillado.
Me quedó la incógnita de por qué esa zona de bosque semiseco acogía esa gran cantidad de aves y crustáceos. Meses después pregunté si todavía llegaba multitud de rolones y ciguas a los árboles que están en la misma ciudad de Ocoa y en la parte del río que está por El Alambique y el puente de Sabana Larga. Todos me dijeron que no, que las aves ya no se ven por ahí como en los tiempos en que Milito Ramírez iba en su jeep Land Rover con su escopeta fuego al centro a cazar decenas de rolones casi a la orilla de la carretera.
¿Por qué se alejan las aves de esos lugares, donde antes llegaban en bandadas y en cambio se internan a “El Barraco” y otras montañas más frías? Principalmente por el uso abusivo de pesticidas, yerbicidas y fungicidas en la agricultura, sobre todo en las hortalizas, que vuelven inhabitable el terreno para la flora y la fauna. /13 noviembre de 2008.
No hay comentarios:
Publicar un comentario