Los digitales acento.com, panoramadigital.com y matanzeros.net, entre
otros, publicaron el pasado 6 de julio un artículo escrito por mí titulado “La disyuntiva de Danilo Medina” en el
que le sugería, esencialmente, tres cosas al Presidente electo:
-Prohíba la
colocación de su fotografía en los despachos oficiales para que no fomente la
adulonería trujillista.
-Elimine las escoltas
de funcionarios y sus familiares que no realizan labores oficiales de represión
del delito y en cambio destine esos soldados y policías a garantizar seguridad
a toda la ciudadanía.
-Termine con el
derroche de jeepetas de lujo para los funcionarios y haga como la presidente de
Argentina, Cristina Fernández, que se desplaza en un vehículo Volkswagen de
cuatro cilindros, con otros dos carros de escolta y una moto que le va abriendo
paso por las vías públicas.
No le pedí que
persiguiera y encarcelara a todos los corruptos de los gobiernos anteriores
porque no soy ingenuo ni puedo reclamarle a él que se suicide: ellos fueron el
soporte fundamental de su candidatura, él pactó conscientemente con ese grupo
dentro del PLD y comprendo (no que comparto) que no los persiga porque cuentan
con suficiente poder político y control de los demás poderes como para hacerlo
pasar un mal susto. Medina, ni nadie, está obligado a martirizarse inútilmente.
Quienes no llevaron a
Medina al poder no pueden pedirle que haga el gobierno que harían los que
perdieron o no participaron. Lamentablemente, lo práctico es que haga su
trabajo lo más apegado a sus convicciones que pueda, pero reconociendo que él
es solo el jefe del gobierno, no el depositario de todo el poder como sí lo era
Leonel Fernández hasta el 16 de agosto de 2012 en la mañana.
El gran problema de Medina
es que al confirmar a una serie de funcionarios indeseables, no complació a la
gran mayoría del pueblo dominicano que votó por él porque le prometió “el
cambio seguro” para “hacer lo que nunca se ha hecho”.
Al nuevo gobernante
hay que darle la oportunidad de que sin pelearse con los corruptos que lo
respaldaron “como el mal menor”, avance en el cambio seguro que ofreció al
electorado. Para los críticos del gobierno de Fernández, no hay dudas de que
Medina es también “el mal menor”.
En mi caso, yo reconozco
que el presidente Medina ha comenzado a adoptar algunas medidas de las que le
sugerí que tienden a hacer de él un jefe del Estado de carne y hueso, conocedor
de que gobierna en un país empobrecido por minorías, hipotecado de los pies a
la cabeza, pero con una casta insaciable de “políticos y empresarios” que
cortejan a los gobernantes para apropiarse de los bienes públicos y
convertirlos en instrumentos de sus mezquinos intereses.
Ni yo ni nadie puede
pedirle al nuevo gobernante que gobierne “por el librito” porque se está
moviendo sobre un terreno real, no virtual, y lo práctico es que él vaya poco a
poco “enfrentando afrentas con la frente” hasta que pueda concitar tanto apoyo
popular que los poderes nominales hoy en otras manos, se vuelvan menos letales.
Felicito muy
sinceramente al presidente Medina por acudir de inmediato y en forma voluntaria,
en medio de la tormenta “Isacc”, a los lugares más afectados y presentarse allí
como un ciudadano humilde, despojado de esa odiosa demostración de armas y tropas
militares que acompaña a los dictadores y a los mandatarios electos que se
consideran reyes.
Ver a Medina en las
proximidades de Las Carreras (Baní) y en Ocoa, en camisa, gorra y chubasquera,
rodeado de ministros que no andaban maquillados como señoronas en el lobby de un hotel sábado por la noche,
fue gratificante para mí porque es una clara señal de que en medio de la
tragedia de su pueblo, el gobernante piensa como un ser humano, no como un dios
colocado en un altar con acceso solo a privilegiados y lambones.
Naturalmente, ese
proceder de Medina lo va a ir colocando en una sintonía popular que mucha gente
allegada al PLD no quiere ni le conviene porque su líder es Leonel Fernández,
mientras que el actual gobernante es “el mal menor”.
Por eso no faltan
quienes desde la periferia del PLD se pronuncien en contra de ese tipo de medidas
de austeridad y de otras como apagar acondicionadores de aire y luces en el
Palacio Nacional cuando allí muy pocas personas trabajan.
Ojalá que Medina haya
comprendido plenamente que su tarea es gobernar para todo el pueblo dominicano
que por muchos años ha carecido de un verdadero líder, no de un periquito
amaestrado para hacer reír. ¿Quién duda que eso no lo que quieren los
cabilderos, los mete cuña y los adulones asalariados? Por eso chillan cuando
ven al Presidente actuando con humildad porque ellos están acostumbrados a ver actuar
a un rey aunque sea sobre el fango de sus ambiciones.
Si el presidente
Medina se vuelve accesible a su pueblo, si sintoniza con él, si lo acompaña en
sus tragedias por iniciativa propia, no tendrá que depender de una partida de
“asesores”, “estrategas” y “amigos” que cuestan un dineral al fisco solo para
agenciarse privilegios.
Lo aliento a que gobierne
así, señor Presidente, y le aseguro que perderá adulones y ganará respaldo
popular más allá de sus actuales seguidores políticos o empleados públicos.
No existe
“parafernalia” o “símbolos del poder” que garanticen el éxito de un gobernante
si su pueblo vive en el descontento y el aislamiento. Solo el respaldo
consciente, no manipulado u obligado del pueblo, da verdadero poder y
legitimidad al Presidente de la República.
Presidente Medina,
trate de estar siempre bien con su pueblo y escuche sus pesares aunque se le
alejen quienes quieren estar a su lado para cobrar peajes para que la gente
“que no está pegada” pueda entrar en contacto con usted.
Que su buen juicio le
acompañe y el pueblo estará a su lado, aunque pierda cuervos que solo en las
faldas del poder pueden vivir, sacando ojos.
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