viernes, 7 de septiembre de 2012

Mineras y cuencas hidrográficas




Felipe Ciprián

Cualquier persona que se preocupe por la defensa del medio ambiente sin caer en el delirio sentimentalista de que nada se puede tocar en la naturaleza porque provoca un daño ambiental, es digno de respeto y admiración por la parte de la sociedad que sufre los efectos de la explotación irracional y consumista de las riquezas naturales.
                Lo triste es cuando uno ve a queridos amigos, a luchadores por décadas, enrolados en campañas quiméricas y sin información objetiva sobre la defensa del medio ambiente, pero que en realidad son utilizados como tontos útiles en la lucha de intereses de sectores empresariales que han vivido de la caza y pesca de negocios donde el Estado dominicano es la presa fácil.
                Todo lo anterior viene al caso porque me apena ver toda la polvareda que levantan aquí grupos y personalidades ecologistas frente a la extracción de recursos mineros que si bien provocan algún tipo de daño (como la respiración, el cocinado de alimentos y el uso de vehículos), aquellos tienen la ventaja de que producen gran cantidad de materias primas, empleos, calidad de vida y una dinámica comercial continua.
                He escrito y no me canso de repetir que el mayor daño al ambiente que hay actualmente en el territorio dominicano sin que nadie haga nada es el que provocan los principales ríos porque al tener sus cuencas altas desforestadas, después de una hora de lluvia torrencial, las crecidas fluviales son tan violentas que arrasan con personas, animales, plantaciones, casas e inundan el litoral empujando al mar miles de toneladas de basura contaminante cada año.
                Los ríos más importantes del territorio nacional desembocan en el mar Caribe o en el océano Atlántico, pero en su recorrido desde la cordillera Central y la sierra Oriental, provocan daños cada vez más frecuentes y por los que muy pocos se están preocupando en este país.
                Si se observa, para citar un solo caso, el desastre que provocó el río Ocoa el pasado 25 de agosto de 2012 al paso de la tormenta “Isacc”, hay que convenir que el daño en las cuencas se profundiza y hasta el día de hoy nada se hace para detener la hecatombe.
                Con lluvias inferiores a los 170 litros por metro cuadrado, en pocas horas el río Ocoa desbordó e impidió el paso por los puentes Ocoa-Sabana Larga, Baní-Azua y Sabana Buey-Palmar de Ocoa, en una combinación sinérgica de construcciones altamente cuestionables y deterioro constante de la cobertura de las cuencas altas de este río.
                No se preocupa el gobierno, que solo ha hecho anuncios vagos sobre acciones para recuperar las cuencas, no se ocupan los legisladores, pero tampoco se ocupan los grupos ecologistas al grado de que las autoridades son capaces de definir los más puntuales programas de recuperación y a la hora de la acción no hace absolutamente nada y el daño se profundiza. Lo increíble es que nadie cuestiona y todo sigue igual.
                Si alguien pusiera en duda mi afirmación de que el gobierno nada hace por las principales cuencas, le digo que en el presupuesto que está en ejecución se aprobó asignar al Ministerio de Medio Ambiente la suma de 11,8 millones de pesos este año para el manejo de las cuencas de los ríos Camú, Ozama, Haina, Nizao, Ocoa, Nigua, Higuamo, Soco, Duey y Yuna. ¡En los primeros ocho meses del año no se ha entregado un solo centavo para esos planes y por tanto no se ha hecho la primera acción para recuperar las cuencas!
                En cambio, para este año no se aprobó la entrega de un solo centavo para “Construcción de oficinas provinciales para alojar las direcciones provinciales del Ministerio de Medio Ambiente”, pero en solo seis meses el gobierno desembolsó la suma de 13,5 millones de pesos en las construcción de tres de esas oficinas.      
                Si me doy a entender quiero decir que cuando el gobierno aprobó acciones para preservar las cuencas de los ríos que provocan muertes y daños graves en gran parte del país, valoradas en solo 11,8 millones para todo el año, prefirió construir tres oficinas provinciales para el Ministerio de Medio Ambiente que valora en 13,5 millones, aunque ellas no tenían asignación por ley.
La prioridad fue clara: meter todo el dinero en varilla, cemento y pintura para sus locales, mientras deja a los ciclones que sigan dañando las cuencas porque no está dispuesto a invertir un solo centavo en su preservación.
                Frente a esa realidad, que se puede comprobar en el Informe de Ejecución de los Proyectos de Inversión enero-junio 2012, entregado por el Ministerio de Economía, Planificación y Desarrollo a todos los legisladores de República Dominicana en agosto pasado como dispone la ley (se puede obtener aquí: http://www.economia.gov.do/eweb/ShowBooks.aspx?idb=39), lo que me pregunto es ¿por qué los principales ecologistas del país se distraen en una lucha de intereses entre empresas cementeras mientras persisten irresponsabilidades oficiales de esta magnitud?
                Mientras el Estado incumple abiertamente la Ley de Presupuesto y la ley que crea el Sistema Nacional de Inversión Pública al dejar sin fondos programas que tienen su asignación, prefiere ejecutar programas que no tienen fondos asignados y que en nada contribuyen a mejorar la situación del medio ambiente en el país.
                Así la burocracia estatal puede seguir haciendo negocios mientras los ríos continuarán destruyendo vidas, predios y puentes.
¿Y los ecologistas?
Ocupados contra la Barrick, Xstrata Niquel y la nueva cementera a instalar próximo al río Higuamo que no quieren los viejos cementeros porque les daña su oligopolio, no porque ellos no sean también contaminadores.
¡Al caballito valiente le siguen poniendo la carga y no la siente!

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