martes, 26 de octubre de 2010

Diputado Arroyo advierte Leonel no podrá burlar la Constitución para intentar reelegirse en 2012

SANTO DOMINGO.- El vocero del Partido Revolucionario Dominicano (PRD) en la Cámara de Diputados, Nelson Arroyo, declaró ayer que si el presidente Leonel Fernández intenta reelegirse en 2012, tendrá que modificar la Constitución de la República porque el actual ordenamiento legal se lo prohíbe.

“Me opongo a que un grupo de ingenieros constitucionalistas trate de violar la Constitución” buscando imponer a Fernández cuando a su juicio está claro que la Carta Magna prohíbe la reelección consecutiva, afirmó el diputado Arroyo.

Estimó que el objetivo de esos “ingenieros constitucionalistas”, de los que identificó a Freddy Pérez, actual director de la Corporación del Acueducto y Alcantarillado de Santo Domingo (CAASD), es “mantener sus privilegios, no solo frente a un cambio de partido en el poder, sino de un cambio dentro de su propio partido”.

Arroyo reconoció que Fernández y el Partido de la Liberación Dominicana (PLD) están en el derecho de tratar de postular al actual mandatario, pero para hacerlo “tienen que modificar la Constitución”.

“Si el asunto se hace mediante los mecanismos legales –reforma constitucional-“, dijo Arroyo, no hay ningún problema, pero “que no hablen de que con la Constitución actual Leonel puede presentarse”.

Entrevistado en el matutino “El Bulevar con Pablo McKinney”, por CDN canal 37, el representante por San Pedro de Macorís sostuvo que su interés “es que se respete la Constitución”, pero no ve dificultad en que Fernández se postule si auspicia la reforma constitucional necesaria.

Alertó al país frente a lo que en su opinión sería la integración del Tribunal Superior Constitucional “a imagen y semejanza del PLD” para luego emitir una sentencia que diga que el presidente Fernández puede postularse nuevamente con la actual Constitución.

Reconoció que nunca coincide con el doctor Marino Vinicio Castillo, pero que esta vez tiene razón cuando recomendó al jefe del Estado que proponga una modificación constitucional para que pueda buscar una nueva postulación presidencial en 2012.

Aclaró que no es que el PRD le tema a una candidatura de Fernández, sino que “lo que estamos pidiendo es el respeto a la Constitución.

Estimó que el PRD lo que tiene que hacer es prepararse para ganar el poder sea frente a Fernández, a Danilo Medina o a cualquier otro candidato del PLD.

Presidente es pesadilla

Al enjuiciar la labor de gobierno de Fernández, el diputado Arroyo manifestó que el mejor período del PLD fue el 1996-2000, pero que los últimos seis años son los que han representado la mayor hipoteca del país.

Consideró que esos últimos gobiernos de Fernández se han mantenido con crecimiento de la economía “en base a financiamiento extranjero” factor que a su juicio ya hace crisis.

“Es el gobierno (PLD-Fernández) que más ha hipotecado al país. Es una economía ficticia, crecimiento sostenido en base a financiamiento extranjero”, apuntó el ex gobernador de San Pedro de Macorís.

Manifestó que la gente juzga que en Fernández hay tres presidentes: “el del extranjero, el de la Fundación Global y el de aquí”, de lo que concluye que “en el extranjero Leonel es un presidente de sueño y aquí es una pesadilla”.

Sostuvo que las privatizaciones que impulsó el primer gobierno del PLD, principalmente las del Consejo Estatal del Azúcar (CEA) y la Corporación Dominicana de Electricidad (CDE) fueron “un fracaso total”.

Vargas Maldonado ganaría

Al abordar la correlación de fuerzas internas para la convención del PRD a celebrarse en marzo de 2011, Arroyo expresó que Miguel Vargas Maldonado tiene amplia ventaja para ganarle a Hipólito Mejía y a Luis Abinader.

“Miguel Vargas cuenta con un control casi absoluto de la estructura del PRD”, afirmó Arroyo, quien agregó que “el que no tiene estructura no gana convención en un partido”.

Empero, sostuvo que el factor de victoria del PRD en el 2012 es la unidad y levantar las nuevas banderas reivindicativas que a su juicio son la lucha contra el narcotráfico, proveer servicios de seguridad ciudadana, salud, educación, entre otros.

sábado, 13 de marzo de 2010

Sonia Pierre

Felipe Ciprián

La señora Sonia Pierre tiene muchos años luchando, pacíficamente, para que en República Dominicana le reconozcan sus derechos y los de miles de otros que como ella son hijos de haitianos que llegaron a este país hace muchos años para trabajar en campos de caña y vivir en bateyes.
La mayoría de estos jornaleros haitianos fueron traídos bajo contratos entre el gobierno dominicano (dueño del CEA) y propietarios privados de ingenios, de una parte; y el Estado dictatorial haitiano de la otra.
Hay suficiente documentación que demuestra que esa mano de obra sustentó por décadas el negocio más floreciente que había en este país cuando el dinero se obtenía con el trabajo: la industria azucarera. En los campos de caña y en las zonas cafetaleras de las montañas, los haitianos soportaron las tareas más duras y peor pagadas.
Cuando estos dos sectores de la economía declinaron, esa mano de obra se desplazó a la agricultura de hortalizas y musáceas, al peonato ganadero y finalmente al sector de la construcción. Sonia es hija de una de estas familias, nacida en el país, con cuatro hijos suyos.
Quiere y es dominicana, pero cada día encuentra a dominicanos –muy frecuentemente de piel más negra que la suya- que quieren negarle ese derecho.Según ellos, sus padres carecen de un papel que diga que eran residentes cuando ella nació. Pero nunca se han preguntado si ella tiene el otro papel, el que dice que sus padres estaban en tránsito. Sonia acaba de ser galardonada por el gobierno de Estados Unidos, entregado al más alto nivel, y lo tiene merecido, porque ella no nació en este país por su deseo, ni porque sus padres vinieron aquí a traficar con drogas o a depredar el erario, sino porque tenían trabajo, y muy duro por cierto. Sonia, sigue defendiendo a tu gente; así, sin la soberbia de quienes te atacan.

domingo, 7 de febrero de 2010

Coronel Andújar Bazil: Ejemplo de vida hasta la muerte


Felipe Nery Ciprián

Cuando conocí a Antonio Andújar Bazil, ya hacía años que él era amigo de mi hijo mayor, Guido Amaury. Con frecuencia Guido, que era apenas un adolescente, me hablaba de que tenía un amigo que era oficial de la Policía y que prestaba servicios en Nizao, Baní.
-Papi ese es un hombre serio, te lo digo; actúa en todo como lo haces tú: respeta a la gente, es cariñoso, defiende a los infelices y solo se junta con la gente buena aquí en Ocoa -me decía Guido para reiterarme la necesidad de que conociera a su amigo Antonio.
Como siempre he sido amigo de los amigos de mis hijos, le dije a Guido que quería conocer y tratar a Antonio.
Grande fue mi sorpresa cuando tuve la agradable oportunidad de conocer en persona a Antonio, oficial de la Policía que fue ejemplo de honestidad y entrega sincera a la sociedad dominicana y que por desgracia murió recientemente víctima de una bala delictiva que lo atrapó en medio de la humildad en la que prefirió vivir para que hoy sus hijos tengan el orgullo de haber tenido un padre tan leal y generoso como él lo fue.
Siendo oficial (mayor) del Servicio Secreto en Baní, con frecuencia iba a la casa a compartir una conversación y todos en la familia lo rodeábamos del mayor afecto. Cuando quedábamos solos me comentaba la corrupción y el bandolerismo que afectaba a la sociedad, en Baní, en Ocoa, como en el resto del país. “Lo peor del caso es que todo eso es protegido por malos policías que asquean el uniforme y el buen nombre de la Patria”, me dijo en una ocasión.
Andújar Bazil pasó 32 años en la Policía Nacional y fue retirado con el rango de teniente coronel, pese a que estaba muy preparado. Era un oficial adiestrado por la Drug Enforcement Administration (DEA) de Estados Unidos, gran investigador, abogado, pero lo hicieron volar de la DNCD luego de que escapara de varios atentados preparados para matarle, los que siempre él sospechó que fueron montados por otros oficiales que veían en su seriedad investigativa un obstáculo para quienes eligieron hacerse ricos aprovechando los recursos del mismo narcotráfico.
En Baní, como mayor del Servicio Secreto, se movía en una motocicleta junto a un teniente que era su ayudante, porque supo rechazar todos los ofrecimientos que le hicieron oficiales para que aceptara jeepetas y carros de las que regalaron narcotraficantes y lavadores de dinero.
Cuando me lo contaba, apenas podía contener sus lágrimas, porque estaba asqueado con muchos de sus propios compañeros de uniforme.
Siempre recuerdo que cuando estaba esperando el ascenso de mayor a teniente coronel, en el año 2007, le sorprendieron con su puesta en retiro, pese a que el entonces jefe de la Policía, mi amigo Bernardo Santana Páez, lo ayudó y protegió en todo lo que pudo porque fueron compañeros de rango cuando eran tenientes.
Con la llegada del actual jefe de la Policía, Rafael Guillermo Guzmán Fermín, de inmediato lo llamó de nuevo a las filas porque sabía que se trataba de un oficial joven, bien preparado, honesto hasta la médula, que la Policía Nacional aun necesitaba para controlar la delincuencia.
Aceptó regresar a la Policía para servirle solo por un año. Puesto en retiro de nuevo, volvió a sus actividades civiles como abogado serio y buen amigo.
El sábado 31 de octubre de 2009 mi hijo Víctor me llamó en horas de la mañana. Como sus llamadas son frecuentes y viceversa, no sospechaba que ese sería uno de los días más tristes de mi vida. Me informó que Antonio había fallecido luego de cerca de un mes en convalecencia por un balazo que le habían dado delincuentes en la avenida Máximo Gómez, en Santo Domingo, mientras hacía una diligencia en una motocicleta.
Naturalmente, cuando ocurrió el ataque, Guido se enteró casi de inmediato y me llamó para decirme: -Papi, Antonio está interno en el hospital militar porque anoche lo asaltaron y le dieron un balazo en el abdomen. Está en cuidados intensivos y no lo dejan ver.
Cuando mejoró, Guido lo visitó en el hospital de la Policía y desde allí me llamó para ponérmelo al teléfono.
-Mi hermano, aquí estoy herido -me dijo.
-Cuanto lamento lo sucedido hermano, pero me conformo porque tú eres joven, Antonio, y como te oigo hablar se que te vas a recuperar.
-Fueron cuatro hombres contra mí y me balearon primero, pero yo luché con uno, lo desarmé, los ataqué a balazos con su misma arma, ese murió y herí a otro. Cuando agoté los tiros, halé mi pistola de reglamento y el grupo se retiró llevándose al herido. Luego me desmayé y fui llevado al hospital por un taxista que me auxilió.
-Sabía que tú no te ibas a dejar humillar por nadie sin echar una pelea digna, Antonio.
Cinco días antes de morir lo llamé a su celular, cuando tomó la llamada una señora me preguntó quién llama. Le dije simplemente: Ciprián.
Cuando la señora preguntó en voz alta ¿Ciprián?, Antonio reaccionó desde su cama diciendo: -Ay sí, Ciprián, ese apellido es grato para mí. Ese es mi amigo.
Enterado por Víctor de la inesperada muerte de Antonio, me invadió una tristeza inmensa, mezcla de impotencia e indignación, por lo que le dije a mi hijo:
-¿Sabes por qué Antonio murió anoche?
-Dime a ver.
-Está muerto por ser un hombre serio. Si hubiese sido un delincuente con uniforme, no hubiese andado en una motocicletita, sino en una jeepeta de las que constantemente le ofrecieron y nunca aceptó, delincuentes vestidos de policía y de civil, para que doblegara su integridad moral y no cumpliera su responsabilidad de proteger al pueblo.
Esa es la dura lección en este país que parece colocado patas arriba: los hombres serios caen bajo las balas porque andan con su humildad descubierta, mientras los delincuentes ascienden a la vida jalonados por su poder de dañar a la juventud y corromper a la autoridad.
Antonio deja dos hijos, menores, en Ocoa: Anthony y Cristina Belén, procreados con Nola. Y a Jonathan, en Santo Domingo, que es un hombre decente y caballeroso como su papá.
Para mí son como tres hijos a los que apenas he tratado, porque estoy seguro que si el caído hubiese sido yo, los míos tendrían en él a un padre mejor que yo en multiplicidad de aspectos de la vida.
Adiós, Antonio, Ocoa perdió a un hijo adoptivo excepcional que supo hacerse amigo de los adolescentes para llevarlos al deporte y no permitir que los delincuentes los arrastraran a las drogas.
Gracias, hermano, por la lección aprendida desde que te conocí hasta la hora de tu muerte.
Gracias, también, porque al menos no regalaste tu vida, sino que luchaste como debe hacerlo todo hombre que se respeta y que defiende tanto su honor como siempre lo hiciste tú. Eso no lo olvidaré nunca, pues si me toca, trataré de ser consecuente con esa enseñanza aunque nunca tuve la oportunidad de demostrarte que puedo hacerlo, algo que tanto te preocupaba por mi oficio de periodista y mi forma de ser.

sábado, 30 de enero de 2010

Algunos recuerdos borrosos de San José de Ocoa


Felipe Nery Ciprián

El edificio que hoy ocupa el Ayuntamiento de San José de Ocoa, como sabe mucha gente, fue originalmente la sede del Partido Dominicano (PD) en esta localidad.
Ajusticiado Rafael Leónidas Trujillo (1961) y meses después desmantelado su régimen, los locales del PD en todo el país fueron presa fácil para los jóvenes que trataban de descargar su ira contra el símbolo político que sirvió de plataforma para oprimir, robar y masacrar a todo un pueblo durante 31 años.
El local del PD en Ocoa quedó durante mucho tiempo convertido en una ruina donde rumiaban los animales y mucha gente entraba a sus instalaciones a defecar y a orinar.
El uso más útil que yo recuerde que se daba a esa mole de concreto era aprovechar el solar que había en su lado norte, próximo al edificio del Correo, para instalar allí “Los Caballitos y las Sillitas Voladoras” que llegaban siempre en enero de cada año para aprovechar la concurrencia por las celebraciones de las fiestas patronales en honor a la Virgen de la Altagracia. En esos casos el uso como letrina era aun mayor, pese a que estaba frente al parque Libertad, el principal del poblado.
El edificio conservaba bien su estructura y ello permitía que durante la Semana Santa el padre Luis Quinn y el padre Gustavo Roberts proyectaran en lo alto de la pared norte películas sobre la pasión, muerte y resurrección de Jesús. Recuerdo que los niños nos sentábamos muy tranquilitos a ver estas películas tan largas y nos extrañábamos de observar a nuestras madres, tías y vecinas dejar caer algunas lágrimas por el sufrimiento de Jesús.
La muchachada y toda la gente del pueblo llamaba a aquella ruina abandonada: “el partido”.
En octubre de 1963 el ciclón Flora golpeó con fuerza al país y en Ocoa los daños fueron considerables. Uno de los sectores más afectados fue el área del Arroyo de Guachupita, donde arrasó muchas casitas y hasta algunos lupanares, dejando sin techo a numerosas familias y a meretrices, en su mayoría procedentes de otros pueblos.
Decenas de estas familias fueron a alojarse “al partido”, donde empleando cajas de cartón y varas de todo tipo, los hombres hicieron divisiones internas en el edificio, tanto en la primera como en la segunda planta, para meter en aquellos minúsculos espacios sus pertenencias. Entre mujeres, hombres y niños, allí había muchas personas apiñadas que mantenían un ambiente de bullicio durante todo el día. Eran refugiados que tuvieron que echar mano al peor lugar para alojarse, pero al menos era el que les garantizaba que no quedarían totalmente a la intemperie. Los meses que pasaron estas personas allí fueron penosos y que yo recuerde –era un niñito para la fecha- nunca fueron alojados por el gobierno en casas construidas en lugares seguros.
El detonante para que cada familia buscara salir del “partido” para cualquier otra parte, incluido el mismo Arroyo de Guachupita, fue la muerte a puñaladas de una mujer durante una riña en el mismo refugio.
Cuando los refugiados se fueron, el “partido” volvió a ser la misma “letrina popular” frente al parque hasta que fue recuperado en los primeros años de la década del setenta y puesto al servicio del Ayuntamiento, que en ese tiempo también acogía la oficina de la Cédula de Identidad Personal, la administración del acueducto y el servicio de electricidad que operaba con una planta hidroeléctrica localizada en la Boca de Parra, cuya turbina se movía por una caída de agua desde el tanque de almacenamiento del mismo acueducto.

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